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Toros. ¿Arte o Sadismo?

  • Rocío García Cacheda
  • 14 jun 2015
  • 3 Min. de lectura

Como podéis observar es un tema que genera cierta controversia.

Los hay que están a favor de las corridas de toros, otros a los que ni les va ni les viene (más aún así siempre se orientan de alguna manera hacia una postura u otra) y finalmente los que se muestran en contra de la tauromaquia, especialmente gallegos y catalanes, mujeres y jóvenes.

Si echamos un vistazo al pasado, podemos comprobar que aunque las corridas de toros son un espectáculo singular de España (data del año 1080), su origen se remonta a los juegos romanos en los cuales se mataban a miles de animales con el fin d divertir a un público sediento de sangre y de vivir fuertes emociones.

Llegado este punto creo que me toca expresar mi opinión al respecto y con mucho respecto también, hacia aquellos que opinen lo contrario.

Desde mi humilde perspectiva, me parece un poco triste que algo tan cruel pueda producir placer a una determinada parte de la población. ¿Y por qué se dirán ustedes?

En primer lugar, por el maltrato que supone para el animal partiendo especialmente de que no es un deporte de competencia igualitaria entre ambos rivales. ¿Y por qué digo esto? Porque aunque mucha gente no lo sabe, el toro es maltratado antes de salir a la plaza con el fin de que pierda parte de su fuerza. Ente las técnicas más empleadas se encuentran el “afeitado” consistente en cortar o limar la punta de los cuernos, la inducción de diarreas, golpes… Y por si fuera poco, no es el único animal maltratado, sino que también los caballos que usan los picadores se ven afectados por las embestidas de los toros, muriendo a las cuatro o cinco corridas.

A mayores cabe comentar lo indigna que suele ser dicha muerte. Pues llegado el momento todos queremos que sea lo más rápida posible, algo que no suele ocurrir en estos casos, pues no deja de ser una muerte lenta, dolorosa, torturante y asfixiante.

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Por suerte para los toros y también para los amantes de los animales,dentro de los cuales me incluyo, la tauromaquia sólo está permitida en ocho países de un total de ciento noventa y cuatro. Y dentro de estos ocho, encontramos a México con más de un Estado antitaurino.

En segundo lugar, porque las corridas de toros transmiten valores negativos a la sociedad, tales como el uso injustificado de la violencia, el desprecio hacia los derechos de los animales, y el disfrute de la tortura y maltrato animal. Esto es todavía más preocupante si tenemos en cuenta que las corridas de toros se siguen retransmitiendo en horario infantil, pudiendo causar un impacto negativo sobre el desarrollo mental y ético de los niños.

Y en tercero lugar, porque las corridas de toros no pueden ser un arte ni formar parte de la cultura.

No pueden ser un arte, si entendemos dicho concepto como un proceso de creación y construcción que da la vida, no la quita. Y de nada sirven los argumentos de que los toros son una tradición y por tanto las tradiciones hay que mantenerlas, ya que por esta regla de tres podríamos aplicar esto mismo a la ablación femenina o a la esclavitud, que también son tradiciones que por desgracia aún perduran hoy en día, pero que aquí en España nos horrorizan.

Las tradiciones deben ser soporte de los que nos define como humanidad, pero también de lo que esperamos para un futuro y las corridas de toros son una práctica inhumana que no tiene cabida en nuestra sociedad.

En lo referente a que la tauromaquia no puede formar parte de nuestra cultura, un poco más de lo mismo de lo que vengo comentando a lo largo de la redacción. La UNESCO, máxima autoridad mundial en materia de cultura, ya emitía su opinión al respecto allá por el año 1980, y decía lo siguiente: “La tauromaquia es el malhadado y venal arte de torturar y matar animales en público y según unas reglas. Traumatiza a niños y adultos sensibles. Agrava el estado de los neurópatas atraídos por estos espectáculos, y desnaturaliza la relación entre el hombre y el animal”.

Por otra parte la cultura entendida según la RAE, sólo será constructiva y válida mientras apueste por dar valor al ser humano, transformándolo en un ser más sensible, más inteligente y más civilizado. De esta forma la crueldad que humilla a humanos o animales, y destruye por dolor jamás se podrá considerar cultura.

Y para concluir a modo de resumen, decir que una sociedad nunca podrá desarrollarse íntegramente sino cuenta con un mínimo de respecto a su entorno y a los seres vivos que en él se hallan, por el mero hecho de estar vivos y ser seres sensibles.

 
 
 

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